Al derecho a la educación se le dio gran relevancia y se hizo posible a través de los “Domingos Rojos”, jornadas de trabajo voluntario y colectivo para autoconstruir más de 150 escuelas de preescolar, primaria y secundaria. Posteriormente, se construyen los Centros de Desarrollo Infantil, las Escuelas de Artes y Oficios, la Escuela Preparatoria Técnica General Emiliano Zapata y la Universidad Emiliano Zapata. Así se respondió a la indiferencia del gobierno.
En cuanto a la salud, al igual que la educación, se inició en lugares improvisados. En los montículos de basura se atendía a niñas y niños, embarazadas, adultos mayores y a todos quienes tenían algún problema en su salud. Tiempo después se instalaron dispensarios médicos, módulos de salud y la clínica-hospital construida en el sector sur de Tierra y Libertad, una obra que el doctor Luis Eugenio Todd Pérez impulsó como rector de la UANL.
Hace cerca de 30 años se tomó la decisión de contar con un hospital materno-infantil, con la visión y el alcance para los sectores del norponiente de Monterrey, cuya población se ha incrementado exponencialmente a cerca de 700 mil habitantes. El Hospital Tierra y Libertad era una de las grandes necesidades que se había postergado y que tras arrancar su construcción, permaneció en obra gris por más 25 años. Pero, debido a la pandemia, en el 2020 culminó como Hospital Covid, operado por la SEDENA, la cual contribuyó a su equipamiento y atención de miles de contagiados por el virus.
Cuando la SEDENA dejó de operar el Hospital, pasó a ser parte de la Secretaría de Salud, a cargo de la doctora Alma Rosa Marroquín Escamilla. Desde el inicio de su operación al frente estuvo el doctor Miguel Ángel Garza Ibarra, quien así alcanzó su gran anhelo y ahora sigue su lucha desde el cielo.
Por ello, la edificación del Hospital Tierra y Libertad no es producto de la casualidad. Es producto de la lucha y el trabajo incansable de hombres y mujeres por transformar su situación de pobreza y desigualdad.
¿Qué costó la lucha?
Costó vidas, cárcel, enfrentamientos con la policía e incomprensión de las autoridades federales, estatales y municipales por muchos años.
Después del largo periodo de trabajos colectivos para autoconstruir nuestras propias viviendas y esas más de 150 escuelas dignas donde se ha educado a miles y miles de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, se logró completar el círculo virtuoso del desarrollo humano.
Con el Hospital el panorama es otro, gracias a la fecunda lucha de los colonos y a la combatividad del personal médico y de los estudiantes que se movilizaron y levantaron la voz para evitar la imposición de un director ajeno a la lucha histórica de la comunidad por la salud.
En ese sentido, reconocemos la muestra de madurez y sensibilidad política del gobernador, Samuel García Sepúlveda, al ponerse al lado de la gente y privilegiar el diálogo y el consenso, así como de la Secretaria de Salud por poner la salud de la gente por encima de cualquier otro interés.
Sin embargo, a nuestras autoridades les pedimos asignar presupuesto suficiente para equiparlo como el hermoso Hospital que es, pues actualmente es un bonito “cascarón” con muchas carencias. Les pedimos llenarlo no nada más con promesas, sino con insumos para atender a la gente.
Al médico cirujano pediatra Joel Cázares Rangel, designado como nuevo director del Hospital, cuya formación académica en Japón lo destaca como uno de los 20 especialistas del mundo en el tratamiento de niños con problemas congénitos de las vías biliares, le pedimos sea un director que guarde ese sentido humano del doctor Miguel Ángel y ese compromiso por la calidad en el servicio por la salud de los que menos tienen.
Nuestro reconocimiento también a los diputados Waldo Fernández, Raúl Salinas y Anylú Bendición por activar la coalición Juntos Hacemos Historia (Morena-PT-Verde) en la búsqueda de acuerdos, ya que vamos juntos por la salud de los que menos tienen y en la aspiración de que el Hospital Tierra y Libertad sea el mejor de Nuevo León, de México y América Latina.